Δευτέρα 16 Αυγούστου 2010

Viajes, sueños y realidades






-¿Entonces, amigo mío, siguiendo el ejemplo de los fenicios, regulabas tu camino de acuerdo con los astros?
-No -dijo Menipo-, viajé en los mismos astros.







Dada la acumulación de pruebas, no hay hipótesis más verosímil que la realidad.
Dada la acumulación de pruebas de lo contrario, no hay más solución que la ilusión.



El crimen perfecto
Jean Baudrillard



Παρασκευή 21 Μαΐου 2010

de números y signos







Su primer estímulo, creo, fue el desagrado de que los treinta y tres orientales requirieran dos signos y tres palabras, en lugar de una sola palabra y un solo signo. Aplicó luego ese disparatado principio a los otros números. En lugar de siete mil trece, decía (por ejemplo) Máximo Pérez; en lugar de siete mil catorce, El Ferrocarril; otros números eran Luis Melián Lafinur, Olimar, azufre, los bastos, la ballena, el gas, la caldera, Napoléon, Agustín de Vedía. En lugar de quinientos, decía nueve.





Cada palabra tenía un signo particular, una especie de marca; las últimas eran muy complicadas... Yo traté de explicarle que esa rapsodia de voces inconexas era precisamente lo contrario de un sistema de numeración. Le dije que decir 365 era decir tres centenas, seis decenas, cinco unidades: análisis que no existe en los números "El Negro Timoteo" o "manta de carne". Funes no me entendió o no quiso entenderme.

De "Funes el memorioso"
Ficciones
Jorge Luis Borges





Παρασκευή 2 Απριλίου 2010

silencio





Tú ves mis cinco dedos, y cualquiera puede ver los espacios vacíos entre mis dedos. Pero normalmente tú no verás los espacios vacíos; verás cinco dedos. Sin embargo, los espacios vacíos son más reales. Los dedos vienen y van, los espacios permanecen. Entre los sonidos de la música hay espacios de silencio. La auténtica música no consiste en los sonidos, sino en los espacios. Los sonidos vienen y van; los espacios permanecen. Y la música puede hacerte consciente de esos espacios con mucha más belleza que cualquier otra cosa.

Bhagwan Shree Rajneesh.





Touch is only possible at the edge of spaces.

Light is only precious during dark intervals.

Keith Jarret


Κυριακή 17 Ιανουαρίου 2010

La flecha del Tiempo







El término "flecha del tiempo" fue creado por Arthur Eddington para poner de manifiesto el carácter direccional del mismo. Esta dirección muestra que los fenómenos suceden según un orden que va del pasado al futuro. Este carácter direccional del tiempo va unido a la concepción lineal de éste, y a su carácter unidimensional, que unido al espacio tridimensional forma el continuo espacio-tiempo.

La noción de una dirección irreversible del tiempo es relativamente reciente. En la culturas antiguas predominaba una concepción circular del mismo, relacionada con el carácter cíclico de fenómenos naturales tales como las mareas, los solsticios y las estaciones. La experiencia biográfica de crecimiento, envejecimiento y muerte se situaba en el marco de un tiempo cíclico, de manera que se consideraba la posibilidad de un retorno. Una de las formulaciones clásicas de esta concepción cíclica del tiempo es la noción de la ecpírosis de los estoicos. Pero la tradición judeo-cristiana, marcada por las tesis de una creación inicial y un fin de los tiempos o eschatón, juntamente con el carácter irreversible de la pasión, muerte y resurrección de Jesús (piénsese lo absurdo que resultaría para las tesis cristianas sostener que Dios muere repetidamente en un ciclo ininterrumpido de retornos), condujeron a sostener una concepción lineal y orientada del tiempo, que se concibe fluyendo desde el pasado hacia el futuro. Dicha concepción lineal está en la base de los conceptos de progreso y de evolución.





No obstante, en la física todas las ecuaciones son reversibles respecto del tiempo, es decir, que en todas las ecuaciones de la física, el tiempo puede ser entendido como una magnitud reversible, o lo que es lo mismo, todas sus ecuaciones son simétricas respecto al tiempo, salvo unas pocas excepciones. Pero el segundo principio de la termodinámica (al que Bergson llama la más metafísica de las leyes de la física), al señalar que en los sistemas aislados la entropía aumenta, proporciona un criterio para decidir la orientación temporal. Así, por ejemplo, si se rompe una copa y estalla en una gran cantidad de fragmentos, ha aumentado la entropía (el sistema pasa a tener más «desorden»). Así, la experiencia muestra que nunca de manera espontánea se vuelve a recomponer la esa copa. Según la interpretación de Boltzmann, esto es así no porque sea absolutamente imposible (teóricamente no lo es ya que, como hemos dicho, todas las ecuaciones físicas -dentro de la tradición de la física clásica- son simétricas respecto al tiempo), sino porque es altamente improbable. El aumento de la entropía nos permite distinguir entre el pasado y el futuro. Esta constatación se conoce como «flecha termodinámica del tiempo».






Recientemente se ha abordado la naturaleza del tiempo físico a partir de las ciencias físico-químicas, conduciendo a otras perspectivas que completan la concepción termodinámica clásica de la flecha del tiempo. Así, a partir del estudio de los sistemas alejados del equilibrio, algunos autores, como Prigogine, por ejemplo, han destacado el carácter esencialmente irreversible del tiempo, de forma que dicha irreversibilidad no depende solamente de la ínfima probabilidad de que un suceso que genera mayor entropía pueda darse a la inversa, sino que el carácter direccional del tiempo y su irreversibilidad le son inherentes. De hecho, la reflexión de Prigogine se efectúa más en el ámbito de la química y de los llamados sistemas alejados del equilibrio, más cercanos al paradigma de las ciencias de la vida que a los de la física que trata fundamentalmente con lo inerte. Por ello, no es de extrañar que desde este punto de vista se haga más hincapié en los fenómenos de la irreversibilidad puesto que, aunque desde la perspectiva física predomine la noción de crecimiento de la entropía, desde la perspectiva biológica (evolución, paso a lo complejo, creación de la cultura, aumento de la información, etc.), predomina la noción de la irreversibilidad. En este contexto se sitúan también las investigaciones sobre el caos, que permiten explicar fenómenos de auto-organización a partir de sistemas sin estructura aparentemente definida (aunque siguen siendo modelos semi-deterministas, engendrando un concepto paradójico: el de azar predecible, aunque no plenamente determinista en el sentido clásico).


Psicológicamente la direccionalidad del tiempo se muestra señalando que hay recuerdos del pasado, pero no hay memoria del futuro. A esta constatación se la denomina «flecha psicológica del tiempo».


Por otra parte, la cosmología contemporánea, basada mayoritariamente en la hipótesis del Big Bang, sustenta que el universo está en expansión, lo que determina la llamada «flecha cosmológica del tiempo». Según Stephen Hawking las tres flechas del tiempo van unidas, mantienen la misma dirección y se relacionan con el llamado principio antrópico* aunque, según Roger Penrose, será la unificación de las teorías físicas de la relatividad y de la mecánica cuántica (una teoría cuántica de la gravedad) la que permitirá una auténtica comprensión de la flecha del tiempo.





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Dejó de leer el relato en el punto donde un personaje dejaba de leer el relato en el lugar donde un personaje dejaba de leer y se encaminaba a la casa donde alguien que lo esperaba se había puesto a leer un relato para matar el tiempo y llegaba al lugar donde un personaje dejaba de leer y se encaminaba a la casa donde alguien que lo esperaba se había puesto a leer un relato para matar el tiempo.

Secuencias.
Papeles inesperados,
Julio Cortazar



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Término introducido por el cosmólogo Brandon Carter en 1973 para explicar las condiciones que hacen posible la existencia del ser humano en el universo.
Según el principio antrópico, si las características físicas del universo no fuesen las correctas (o sea, que la interacción electromagnética sea la adecuada para permitir la formación de los átomos, la fuerza nuclear sea la adecuada para permitir la formación de los núcleos atómicos, etc.), entonces, nosotros mismos no estaríamos aquí.


Fuente: Diccionario de filosofía Ed. Herder